viernes, 21 de diciembre de 2012

El valor de los padres que llevan a su hijo a terapia

Desde aqui quiero dar las gracias a todos los padres y madres que toman la decisión de buscar ayuda profesional para sus hijos. Es un paso muy difícil de dar. Entre los prejuicios, la mala fama de los psicólogos a nivel popular, la dificultad de reconocer un problema en nuestro niño, el cuestionamiento como madre-padre que la terapia pueda conllevar, la inversión en tiempo-dinero-esfuerzo para llevar al niño a la consulta, cuadrar los horarios entre el colegio y las actividades extraescolares. Nosotros, los psicólogos infantiles, sabemos que la 1ª dificultad para que los niños nos lleguen es que sus padres den ese paso. Hacer terapia es un acto de valentía, de inconformismo y de esperanza. 
Padres y madres que buscáis soluciones para ayudar a vuestro hijo ante sus dificultades, mi profundo respeto y mi sincera aceptación de todo corazón porque estáis haciendo algo muy difícil, poco valorado a nivel sociocultural pero que puede dejar una huella en positivo a vuestro niño para el resto de su vida.

martes, 18 de diciembre de 2012

Educación inclusiva: intervención en el aula

Cuando yo estudiaba EGB, bachillerato, COU, los alumnos/as de educación especial, por ejemplo, con síndrome de Down, Asperger, con sordera, trastornos generalizados del desarrollo, no estaban en las aulas ordinarias sino en escuelas especiales diferentes. Afortunadamente actualmente se encuentran integrados en la educación ordinaria salvo en los casos más graves. Considero esto un avance educativo y social sin dudarlo. Esta integración ha sido apoyada por una serie de recursos específicos en los centros educativos como son los maestros de educación especial, logopedas, enfermeras, fisioterapeutas, dependiendo del tipo de centro y de las necesidades del alumnado. Pero estos recursos distan mucho de ser suficientes. Por ejemplo es imprescindible, y no suele hacerse, la intervención de un especialista con el grupo de referencia del niño/a. Es decir los compañeros y compañeras de estos niños y niñas no suelen entender que es lo que le pasa, por qué actúa asi, cómo siente o percibe ese niño. Es una tarea de sensibilización basada en la información, en la empatía que suele mejorar las relaciones sociales en el grupo y sobre todo facilitar la integración de estos niños que no es fácil. Y lo he visto, he visto el efecto de una intervención como estas en un grupo de 2º de Secundaria con una niña que tenía un Síndrome de Asperger que es un tipo de trastorno que afecta fundamentalmente al funcionamiento social de la persona.
María es una adolescente que tiene Síndrome de Asperger. Cuando yo la conocí iba a 2º de Secundaria. En los estudios iba más o menos bien porque es muy inteligente, más que la media, pero los problemas venían en su integración en el aula porque el comportamiento social de María es muy extraño ante los ojos de los demás. Casi nunca mira a la cara, no contesta si le preguntas, bueno quizá media hora más tarde, o mañana, sin venir a cuento. Tiene reacciones repentinas y subidas de tono aparentemente injustificadas. Pasaba los recreos en absoluta soledad, de pie, balanceándose siempre en el mismo lugar, junto a un seto donde recogía pequeñas hojas caídas que escudriñaba de cerca. Y así todos y cada uno de los recreos excepto el de los jueves, que venía puntualmente a mi taller de papiroflexia y le gustaba. Para mí era un placer tenerla en el taller. A los demás les ponía nerviosos pues ella sacaba enseguida las formas y encima no miraba ni hablaba a nadie.
María comenzó a asistir a un centro de psicopedagogía para mejorar sus habilidades sociales en general y en el aula en particular. Y la psicopedagoga vió la necesidad de llevar a cabo una intervención en la clase con todos sus compañeros. Se destinó una clase de tutoría, de las que se han eliminado después de haber costado tanto esfuerzo haberlas conseguido, a esta intervención. María no quiso estar presente porque le parecía muy incómodo estar ahí mientras sólo se hablaba de ella y su comportamiento. La profesional comenzó hablando de María  y comenzó a explicar porque se comportaba como lo hacía, cuáles son sus dificultades, de donde vienen, que siente cuando varias personas la hablan al mismo tiempo o la hacen varias preguntas. Y poco a poco cada uno de los compañeros de María fue hablando y expresando su estupor, su enfado, su desconcierto ante el comportamiento diferenciado de su compañera. Y la profesional podía ir dando respuestas para que éstos pudieran comprender un poquito más las diferencias de María. La tutora estuvo presente todo el rato y para asi conocer mejor los hilos que tejen la convivencia dentro de su aula. Y el resultado de la intervención fué valorado por todo el mundo como muy positiva, en realidad como necesaria.
Lo mismo podría hacerse con el alumnado que tenga TDAH, el que presente numerosas dificultades de comportamiento o el que presente una discapacidad. No ponerlo encima de la mesa no beneficia a nadie, ya que todos los alumnos se dan perfecta cuenta de las diferencias ¿por qué no hablar de ello abiertamente y permitir que todos se expresen en relación a ello? ¿por qué no aportar información tan necesaria? El lema de todos iguales, todos diferentes es algo que no debe quedar en una frase sino que hay que dotarla de sentido en las aulas.